lunes, 26 de enero de 2009

“IMPLICACIONES DE LA CULTURA DE PAZ PARA LA EDUCACIÓN”Sebastián Sánchez Fernández

La Cultura de Paz, definida inicialmente en 1989 en el Congreso Internacional de Yamoussoukro y adoptada como Programa de la UNESCO en 1995, pronto se convertiría en un movimiento mundial con la implicación directa de amplios sectores de la sociedad en todos los continentes lo que motivó que Naciones Unidas proclamara el año 2000 como Año Internacional de la Cultura de la Paz, y decidiera la proclamación del Decenio Internacional de la promoción de una Cultura de Paz y Noviolencia en beneficio de los niños y niñas del mundo (2001-2010).

El “Manifiesto 2000” redactado por un grupo de premios Nobel, en el que invitaron a todo el mundo a su firma comprometiéndose a respetarlos en la vida diaria, contiene resumidos, en un lenguaje sencillo, los seis principios clave que definen y determinan la Cultura de Paz:

- Respetar la vida.
- Rechazar la violencia.
- Compartir con los demás.
- Escuchar para entender.
- Conservar el Planeta.
- Redescubrir la Solidaridad.


La Cultura de Paz se define, por otro lado, tal como se expresa en la Declaración y Programa de Acción aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en el verano de 1999, como “un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida” orientados a conseguir metas en ocho esferas:

- Cultura de paz a través de la educación.
- Desarrollo económico y social sostenible.
- Respeto de todos los derechos humanos.
- Igualdad entre hombres y mujeres.
- Participación democrática.
- Comprensión, tolerancia y solidaridad.
- Comunicación participativa y libre circulación de información y conocimientos.
- Paz y seguridad internacionales.

Hablar de Cultura de Paz requiere repasar también los conceptos de Paz, de Conflicto y de Violencia por pura coherencia intelectual y, sobre todo, por las importantes repercusiones que supone para los estudios interculturales partir de una determinada concepción de estos temas.

En primer lugar, la idea de Paz ha ido evolucionando desde su identificación como ausencia de guerra –paz negativa- cuya concreción más representativa fue la pax romana, a la mucho más completa elaboración de la paz positiva, basada en las valiosas aportaciones de investigadores para la paz, como Johan Galtung, que pusieron de manifiesto la importancia de los diferentes tipos de violencia –además de la directa- para entender realmente las dificultades para conseguir situaciones pacíficas por los seres humanos. Emergen conceptos indispensables para este modo de entender la paz, tales como la violencia estructural, la violencia cultural, la violencia simbólica, la violencia institucional, etc.

Paralelamente, va cobrando también una importancia decisiva el concepto de conflicto, como algo consustancial a los seres humanos. Se estudian los conflictos y se observa que en ocasiones generan situaciones dolorosas y violentas, pero que en otras muchas se resuelven o se regulan o se transforman de forma noviolenta.

En esta evolución conceptual surge la paz imperfecta en las investigaciones que se vienen desarrollando, sobre todo, en el Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada (V. la colección EIRENE de la Editorial Universidad de Granada, en especial La Paz Imperfecta de Francisco A. Muñoz ), que viene a ponernos de manifiesto, por un lado, la importancia de ser conscientes de la presencia de situaciones de paz en nuestras vidas, lo que nos permite resolver o regular la mayoría de los conflictos de forma noviolenta, y, por otro, la necesidad de seguir construyendo situaciones de paz aunque existan manifestaciones de la violencia, por muy dolorosas que éstas sean.

Como se puede deducir fácilmente, las repercusiones que estos conceptos acerca de la Cultura de Paz tienen para la teoría y la práctica educativa son muy importantes. Señalo brevemente algunos de ellos a continuación:

- Necesidad de superar la falsa dicotomía educar-enseñar.
- Destacar la labor preventiva de la educación: valen las metáforas “cultivar”, “construir”, “sembrar” y “labrar” que tanto se utilizan en los estudios sobre la paz.
- Debemos tener una visión a largo plazo, pero desde el primer día.
- Es imprescindible hacer visible la paz y reconocerla en los contextos educativos.
- Como se puede conocer, se puede enseñar. Hay que enseñarla para que se aprenda.
- Tenemos que facilitar la incorporación de la Cultura de Paz como cultura institucional de los centros educativos
.

Por último, vamos a revisar algunos factores que debemos tener en cuenta para seguir profundizando en las fuertes implicaciones educativas de la Cultura de Paz. Veamos cómo analizar los sistemas educativos desde la perspectiva de la Cultura de Paz.

Para empezar es necesario considerar las siguientes variables:

- La necesaria visión de conjunto de los sistemas educativos.
- La estructura habitual de los sistemas educativos:
* Servicios Centrales: Gobiernos, Consejerías.
* Servicios Intermedios: Delegaciones, Direcciones Provinciales, Inspección, CEPs....
* Centros Educativos: Equipos directivos, Profesorado, Alumnos, Padres y Madres, Personal de Administración,...
- La complejidad de las políticas educativas de los sistemas educativos y de las sociedades avanzadas.

Todas estas variables se ven influidas por una serie de factores que pueden facilitar o dificultar el funcionamiento de cada uno y de todos los componentes. Por ello, es necesario determinar cuáles serían los que podrían mejorarlo. He aquí algunos de ellos, planteados como dicotomías -algunas de ellas falsas, pero igualmente influyentes- entre las que podrían ser las posiciones más y menos favorecedoras:

* Comunicación entre componentes vs. visiones sesgadas.
* Jerarquía vs. horizontalidad y participación.
* Facilitar vs. dificultar relaciones entre componentes y niveles.
* Implicación e identificación con el sistema vs. pasotismo y sólo reivindicación.
* Profesionalidad vs. ideología.

Junto con estos factores, también existen una serie de aspectos que pueden distorsionar la relación esencial que se produce en cualquier sistema educativo entre política y práctica educativas, como son las visiones y actuaciones parciales y, a veces, sectarias por parte de agentes esenciales de los sistemas educativos; la búsqueda de rentabilidades inmediatas en las propuestas de política educativa; el propio desprestigio de la política y de la acción política en general, que lógicamente se extrapola a la educativa; la falta de coherencia que muchas veces se da entre discurso pedagógico, desarrollo normativo y práctica; la sensación -no siempre real- de desprestigio de las profesiones docentes y, por supuesto, la influencia de los medios de comunicación social, especialmente en su tratamiento de los temas educativos.

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